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jueves, 21 de abril de 2016

Los gnomos y otros elementales



Hablar de gnomos, o elementales, es complicado, ya que tenemos que describir elementos de otros planos, seres o entidades de otras dimensiones con propiedades y formas distintas, lo cual puede ser difícil de interiorizar.

Si pensamos en gnomos, a muchos se nos vienen a la cabeza aquellos hombrecitos que adornan los jardines, que aparecen en los libros de cuentos infantiles, siempre caricaturizados, o aquellas figuritas de porcelana que decoran estantes.

Estas apreciaciones están muy lejos de la realidad. Los gnomos y elementales son criaturas maravillosas, entidades sumamente avanzadas, que tienen diversas formas, a veces humanoides, otras no; pero siempre agradables y graciosas. Muchas veces no podemos entender sus formas, porque obedecen a otras leyes, a otras lógicas de otros planos. Los elementales son muy rápidos y viven aferrados al elemento al que pertenecen. Para ellos, los humanos somos seres sumamente extraños y, aunque interactúan con nuestra energía, nos advierten pesados, densos y difíciles.

La existencia de los elementales se asocia a una “luz acompañante” al elemento al que pertenecen, así son las hadas de los árboles, las plantas, las hierbas y los arbustos. Los elementales de las minas y cuevas son algo diferentes, más parecidos a nosotros, a veces se dejan ver en el mundo físico, pero su vibración se encuentra en el astral.

Algunos duran muchos años, cientos; otros, apenas un suspiro. Son seres que, al igual que nosotros, fueron sembrados en la Tierra, y su memoria y diseño también tienen una forma de espiral que sigue el mismo patrón nuestro, por eso, los elementales de las plantas tienen una forma humanoide.

Son existencias que se adaptaron al mismo tiempo que nosotros y con las cuales tenemos semejanzas. La hemoglobina, por ejemplo, es casi idéntica a la clorofila, y la lignina de los tejidos vegetales tiene la misma vibración que nuestros neurotransmisores. Sus estructuras espirales en la memoria de construcción son 4 y 8, como las nuestras, sin embargo, ellos son delicados, ágiles, su leyes son distintas y su pureza existe; son seres sensibles a las emanaciones mentales, a la sensibilidad, a la intención, a la religiosidad y a lo místico.


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