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domingo, 30 de agosto de 2015

Meditar: ¿qué es y cómo hacerlo?




Antes de explicar cómo se medita, es indispensable revisar qué es esta costumbre y para qué sirve.

La meditación es un elemento intrínseco del ser humano, es un producto de la observación y de la búsqueda de respuestas en el interior de cada uno. A pesar de esta simple verdad, muchos han tergiversado su sencillez, llenándola de misterios y complicaciones que no tiene. La meditación es una sana costumbre, que debe practicarse desde joven y mantenerse a lo largo de la vida.

Esta rutina ha sido evidenciada en grandes culturas y figuras de la historia, como lo han sido los hindúes, chinos, japoneses, egipcios, mayas e incas. No podemos negar que las grandes corrientes espirituales han migrado desde Oriente, y quizá por esta razón es que la han adornado excesivamente, rodeando con un halo de misterio e importancia a quienes la practican; la meditación es un patrimonio del hombre, jamás de una cultura determinada o de una nación.

Meditar es cerrar los ojos y viajar al interior de nosotros mismos, es lograr en el corazón una profunda concentración en el tema que destinamos como prioritario. Es dedicar un segmento de tiempo a lo que juzgamos más importante. Todos meditamos, así no caigamos en la cuenta o no le pongamos nombre. El estudiante medita sobre sus deberes, los padres sobre sus hijos, el empresario sobre su trabajo y el monje en su espíritu. Es una actividad humana, generalmente mental; con frecuencia sin sentido y en pocos casos dirigida y constructiva.

Pero, entonces, ¿cuáles son los beneficios de la meditación cuando se hace de forma consciente y dirigida? Realmente son muchos: activa la memoria, despierta la capacidad de asociación y análisis, desarrolla la creatividad, aumenta el rendimiento en el estudio y recupera facultades dormidas en el ser humano; poderes que todos tenemos, pero que, por ignorancia, no desarrollamos. Aparte de estas bondades, hay beneficios aun más grandes: la perfección de la mente, el correcto manejo de la energía y el descubrimiento de estados y dimensiones superiores.

Es importante que esta costumbre se desarrolle desde temprana edad, ya que diariamente somos bombardeados por un sinnúmero de estímulos y, desafortunadamente, enfocamos demasiada energía y mente en cosas materiales. En este sentido, encontramos que desde la juventud la meditación despierta en nosotros una visión consciente de las prioridades, dando a la materia y al espíritu su justa importancia.


Ahora bien, ¿cómo se debe meditar? Si sigue estos sencillos pasos, encontrará que meditar es un proceso fluido y cómodo.
  • Medite siempre a la misma hora, antes de dormir o muy temprano al despertar.
  • No medite acostado o semiacostado, hágalo, por ejemplo, sentado, con la columna recta, en una silla alta. La posición de acostado no es recomendable, debido a que generalmente no existe el hábito de meditar y podría quedarse dormido.
  • Destine un sitio especial para la meditación.
  • En primer lugar, es ideal relajarse, distensionar el cuerpo para lograr un óptimo estado de concentración. Inicialmente, tensione los músculos de la cintura hacia arriba y relájese (repita tres veces). Luego, tensione los músculos de la cintura para abajo y relájese (repita tres veces).
  • Seguidamente, con el poder mental, eleve la temperatura del cuerpo, siéntase tibio, como si se sumergiera en una piscina de agua caliente.
  • Cierre los ojos, observe la mente con paciencia hasta lograr que se aquiete. La mente siempre se distrae con imágenes y recuerdos, no la reprenda ni se desespere, espere con tenacidad hasta que disminuya su actividad.
  • Entre en meditación, trate de ver,  inicialmente con la imaginación, una luz blanca, intensa y pura. Después, a la altura del corazón, expándala a todo el cuerpo, principalmente hacia la cabeza. Hágalo durante dos minutos, luego, envíe órdenes positivas a sus proyectos y actividades, vea sus sueños realizados, sus problemas solucionados y dirija esa luz a sus seres queridos. Abra suavemente los ojos, inhale profundamente, exhale, y reincorpórese a sus labores.


Hay muchas personas que afirman que la meditación es satánica o negativa; no les haga caso, todos los grandes seres espirituales y guías de nuestra humanidad han meditado. Para meditar es necesario ejercitarse para lograr un estado físico positivo y es indispensable aprender a respirar correctamente.


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