Writen by
Hilda Strauss
10 years ago
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Hoy en día es
bastante común que las personas, sobre todo de Occidente, consideren a la
medicina natural como una medida secundaria y hasta que no es verídica. Esto se
debe, principalmente, a la falta de conocimiento que existe en nuestra cultura
moderna acerca del manejo de las plantas y sus increíbles beneficios para el
cuerpo humano.
Pero ¿por qué
es tan desconocida la medicina natural en nuestra sociedad, cuando en tantos grupos
humanos autóctonos de distintas partes del mundo es un conocimiento vital y
profundo?
En primera
instancia, debemos entender que en casi todos los laboratorios del mundo existe
un presupuesto específico y capítulos y grupos interdisciplinarios de
científicos que trabajan arduamente, pero que también buscan proteger sus
investigaciones y salvaguardar los enormes gastos de desarrollo de un
medicamento.
Al sintetizar
moléculas se genera un producto que se puede patentar y explotar durante
décadas, mientras que si se trabaja con plantas, estas no se pueden patentar.
Adicionalmente, a los laboratorios tampoco les parece atractivo el fenómeno de
las operaciones en la venta de estos recursos, pues casi todas las selvas y
bosques que contienen especies de interés farmacológico se encuentran en países
subdesarrollados que no pueden garantizar económica ni políticamente el
abastecimiento de estas plantas. Sería, entonces, una inversión inmensa y sin
la garantía de contar con la materia prima.
Por otro lado,
vemos también que para nuestra medicina es bastante reciente el estudio de los
principios activos de las plantas; hace apenas unas décadas. Desafortunadamente,
no se ha tenido el interés de recopilar todo el conocimiento existente de los
diferentes usos tradicionales de las plantas conocidos por los antiguos grupos
humanos.
Una de las
más grandes ventajas de las plantas es que también cuentan con células y
sustancias muy similares a las nuestras, lo que las hace compatibles con
nosotros. Son biodisponibles y tienen todos los efectos sobre el organismo: descongestionantes,
calmantes, hepáticas, hipotensoras, expectorantes, astringentes,
antimicrobianas, anticancerígenas. Cada una de estas acciones se verifica por
un elemento o principio activo, que en pocos casos se sabe con seguridad y en
la mayoría se sospecha, porque las plantas son organismos tan maravillosos y
complejos que no es fácil establecer su fórmula completa.
Para que las medicinas natural y tradicional puedan seguir avanzando de
forma prometedora en nuestra cultura, no solo es necesario conocer las plantas,
sino también recolectar el conocimiento guardado por los grandes sabios, como
lo son los muinanes amazónicos, los mamas, los emberas, los paeces, los tibetanos, los kucs
australianos, los cheyenes, los pocos que heredaron algunos conocimientos de
los mayas y otros muchos chamanes que han recopilado este conocimiento a través
de innumerables generaciones.
Para esto, como
pacientes, nosotros también debemos poner de nuestra parte y ajustar nuestro
comportamiento inmediatista. Estamos acostumbrados a medicinas que de manera instantánea
ayuden a desaparecer los males que nos aquejan, sin importarnos las
consecuencias, los efectos secundarios o las cargas que puedan generar sobre
nuestro organismo a mediano o largo plazo. Queremos una solución rápida, somos
devotos del momento, pero no pensamos realmente en la curación verdadera, en la
estabilidad de nuestro cuerpo.
Sin embargo, son muchas las especies de plantas casi milagrosas que
podemos utilizar hoy con facilidad. Son de comprobado efecto y estudiadas por científicos,
botánicos, médicos y farmacólogos, y han arrojado resultados sorprendentes. Un
ejemplo es el ginko biloba, del que se ha demostrado que normaliza todo el
sistema cardiopulmonar, desde la circulación periférica (várices) hasta la pérdida
de memoria, la disfunción cerebral y toda clase de cardiopatías. Así mismo,
encontramos el ajo, que distribuye y controla las grasas en el cuerpo, disuelve
trombos, normaliza la viscosidad de la sangre, aumenta las células que
defienden al organismo de bacterias, virus y hongos, y además se ha descubierto
que puede disminuir la posibilidad de cáncer gástrico.
Definitivamente, nos falta aún mucho conocimiento para entender genuinamente
todos los sorprendentes beneficios que tienen las plantas en nuestro organismo,
pero, si seguimos con la mente abierta y aprendemos de los grandes sabios, ya estamos
bien encaminados.
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