Writen by
Hilda Strauss
11:16
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En el norte
de Asuán, en Egipto, encontramos un obelisco gigantesco y maravilloso.
Realizado en una sola piedra de granito, este misterioso monumento fue tallado
a la perfección, pero nunca fue culminado.
De casi 1150
toneladas, es muy parecido al que llevaron de Egipto a Roma y probablemente
tienen una relación entre sí, incluso, presentan las mismas incógnitas: ¿cómo
fueron talladas estas esculturas tan enormes?, ¿cómo lograron transportarlas,
si aun hoy esta hazaña es imposible con nuestra tecnología?
Lo
desconcertante de este obelisco es, además, que no existe rastro de huellas de
tallado, no hay nada que indique cómo fue hecho, si con cincel, martillo o a
golpes. Lo único que se puede observar es un surco gigante en sus laterales,
una forma que sugiere un corte de material blando. Es exactamente igual a lo
que ocurre cuando cortamos una barra de mantequilla con una cuchara, deja la
huella, pero es perfecta, lisa, sin esfuerzo. Estas huellas perfectas han
permanecido en la mole de granito durante miles y miles de años, porque de esta
pieza nunca se ha sabido, ni aproximadamente, su antigüedad.
Muchos
egiptólogos sugieren que el obelisco fue abandonado por una imperfección: una
fisura, pero la evidencia muestra que este daño se hizo en épocas modernas, no
en el momento de su construcción.
Entonces,
¿quién talló, y con qué herramientas el obelisco? Lo más probable es que fueran
asesores del espacio, seres avanzados y sumamente inteligentes, que sabían
moldear, transportar y ablandar piedra, con sistemas tan adelantados, que no
podemos imaginar.
El obelisco,
junto a muchas otras construcciones, son evidencia de nuestra procedencia del
espacio y de que estamos siendo, y hemos sido, desde la antigüedad, acompañados
por inteligencias superiores.
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