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martes, 24 de mayo de 2016

El Obelisco de Asuán




En el norte de Asuán, en Egipto, encontramos un obelisco gigantesco y maravilloso. Realizado en una sola piedra de granito, este misterioso monumento fue tallado a la perfección, pero nunca fue culminado.

De casi 1150 toneladas, es muy parecido al que llevaron de Egipto a Roma y probablemente tienen una relación entre sí, incluso, presentan las mismas incógnitas: ¿cómo fueron talladas estas esculturas tan enormes?, ¿cómo lograron transportarlas, si aun hoy esta hazaña es imposible con nuestra tecnología?

Lo desconcertante de este obelisco es, además, que no existe rastro de huellas de tallado, no hay nada que indique cómo fue hecho, si con cincel, martillo o a golpes. Lo único que se puede observar es un surco gigante en sus laterales, una forma que sugiere un corte de material blando. Es exactamente igual a lo que ocurre cuando cortamos una barra de mantequilla con una cuchara, deja la huella, pero es perfecta, lisa, sin esfuerzo. Estas huellas perfectas han permanecido en la mole de granito durante miles y miles de años, porque de esta pieza nunca se ha sabido, ni aproximadamente, su antigüedad.

Muchos egiptólogos sugieren que el obelisco fue abandonado por una imperfección: una fisura, pero la evidencia muestra que este daño se hizo en épocas modernas, no en el momento de su construcción.

Entonces, ¿quién talló, y con qué herramientas el obelisco? Lo más probable es que fueran asesores del espacio, seres avanzados y sumamente inteligentes, que sabían moldear, transportar y ablandar piedra, con sistemas tan adelantados, que no podemos imaginar.

El obelisco, junto a muchas otras construcciones, son evidencia de nuestra procedencia del espacio y de que estamos siendo, y hemos sido, desde la antigüedad, acompañados por inteligencias superiores. 

Propiedad intelectual de Hilda Strauss. Todos los derechos reservados ©

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