Writen by
Hilda Strauss
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El caos
general que vivimos en la actualidad no es más que el reflejo del caos interior
de un animal con alma: el hombre. En muchos cientos de años, este ser podrá
alcanzar el título de humano, pero por ahora tiene demasiados defectos en su
interior.
Nuestro mundo
es una copia de la codicia del hombre, de sus exageraciones, está
subdesarrollado debido a la pereza, está sometido al miedo, los seres quieren
lo de los demás, la envidia crece a pasos agigantados; también crece la
sensualidad, la satisfacción de los sentidos.
La soberbia, la madre de las guerras, es la principal causa de la
violencia en nuestra Tierra, este defecto es agresivo y generador de atraso e
injusticia. El orgullo y la vanidad forman el defecto de la soberbia. Por el
orgullo es que existen clases, segregación racial, degradación de unos a los
otros; por el orgullo no hay conversación, no hay acuerdos, no hay resultados
ni nobleza; por el orgullo no hay análisis ni reflexión.
La vanidad, un defecto vil y agresivo, es el punto de partida de la
guerra, en la que los líderes, cegados por este defecto, consideran que lo que
lo piensan o creen debe atajarse a todos los demás. La vanidad es una
deformación mental que lleva al gusto por el “poder sobre el otro”, en el que
prima doblegar la voluntad de los demás a la fuerza. En los mundos internos
este defecto es un delito con una consecuencia kármica verdaderamente fuerte.
La solución a todo lo anterior la encontramos en el desarrollo interno,
en la iluminación. Esto aplica también para los problemas físicos, como también
para los económicos, que se solucionan con el orden mental y el positivismo.
El orden mental se refiere a ser organizados y realistas con los
números. Es necesario aterrizar y comprender la verdad en calidad y cantidad.
Debemos preguntarnos qué tenemos y qué no, qué podemos hacer y qué no. Debemos
entender cuándo es un momento de crisis y saber actuar acordes a la situación,
saber qué se debe corregir, qué se debe suspender o qué se debe aprender.
Debemos sentarnos con papel y lápiz, hacer cuentas y contestarse todo lo
anterior.
Positivismo se refiere al poder de la mente humana, al poder de la fe.
Todo lo que generamos lo podemos realizar en el mundo material, solo debemos
creer en ello, estar convencidos, con compromiso, con realidad y esperanza.
Pero con esperanza real, con optimismo y alegría y con fe en la gestión propia
y en la de los demás. Solo así podremos hacer el enorme exorcismo que requiere
esta gran crisis.
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