Writen by
Hilda Strauss
17:05
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La envidia es
la forma más refinada de la codicia, es esa fuerza de la mente con la que nos
sentimos atraídos por las tenencias de otros, por sus atributos o por el éxito
en su vida. A diferencia de otros defectos, como la gula o la ira, nunca se
muestra sinceramente, siempre usa una máscara o disfraz. Esto puede ser por la
vergüenza intrínseca que produce o porque el propio defecto sabe de su
mezquindad. Usa montajes, disculpas, situaciones aparentemente accidentales y
supuestas casualidades para descargar aquello que en su propio esquema mental
está desequilibrado.
La envidia es un karma horrible con el que la persona sufre por los
dones o propiedades del otro. Afortunadamente, en 99 por ciento de los casos en
que se presenta, la persona no obra; todo sucede en su mente. Pero, ese uno por
ciento sobrante es el más terrible. Las personas que obran movidos por la
envidia no solamente codician lo que otros tienen, sino que, principalmente,
dañan e indisponen a los que envidian, tratando de que sus propiedades o
atributos “no sean para nadie”.
La envidia se
alimenta de la energía del aura y puede llegar a ocasionar daños físicos en los
huesos, los músculos y el sistema nervioso. No existen muchas pistas sobre los
defectos en libros sagrados antiguos, pero en unas escrituras consideradas
prevédicas encontramos que el karma generado por la envidia para encarnaciones
posteriores son la pobreza y la fealdad extremas.
Cada quien puede
trabajar en este defecto. A pesar de ser un proceso complejo y extenso, se
puede abarcar de la siguiente manera:
·
Si siente envidia de alguien, trate de ver sus
virtudes, vea su bondad, su contribución a la felicidad de los demás.
·
Si siente envidia de alguien, trate de ser feliz con
su felicidad, repítase dentro de su mente “qué bueno que le vaya bien”, “qué bueno
que se vea tan bien”, “qué bien que se sienta feliz”.
·
Medite y suplique al Padre que está en su corazón para
que transforme profundamente ese sentimiento negativo, que le hace más daño a usted
que al envidiado.
·
Haga el inventario de las cosas buenas que le han
ocurrido, de su felicidad, de sus oportunidades, de los que lo quieren. En ese
momento, también usted va a “tener” y la envidia se disuelve.
·
Si siente envidia, sepa que existe una fracción de
Cristo en su corazón, Él es todo; ¿qué más podemos pedir?
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