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martes, 17 de mayo de 2016

La envidia



La envidia es la forma más refinada de la codicia, es esa fuerza de la mente con la que nos sentimos atraídos por las tenencias de otros, por sus atributos o por el éxito en su vida. A diferencia de otros defectos, como la gula o la ira, nunca se muestra sinceramente, siempre usa una máscara o disfraz. Esto puede ser por la vergüenza intrínseca que produce o porque el propio defecto sabe de su mezquindad. Usa montajes, disculpas, situaciones aparentemente accidentales y supuestas casualidades para descargar aquello que en su propio esquema mental está desequilibrado.

La envidia es un karma horrible con el que la persona sufre por los dones o propiedades del otro. Afortunadamente, en 99 por ciento de los casos en que se presenta, la persona no obra; todo sucede en su mente. Pero, ese uno por ciento sobrante es el más terrible. Las personas que obran movidos por la envidia no solamente codician lo que otros tienen, sino que, principalmente, dañan e indisponen a los que envidian, tratando de que sus propiedades o atributos “no sean para nadie”.

La envidia se alimenta de la energía del aura y puede llegar a ocasionar daños físicos en los huesos, los músculos y el sistema nervioso. No existen muchas pistas sobre los defectos en libros sagrados antiguos, pero en unas escrituras consideradas prevédicas encontramos que el karma generado por la envidia para encarnaciones posteriores son la pobreza y la fealdad extremas.

Cada quien puede trabajar en este defecto. A pesar de ser un proceso complejo y extenso, se puede abarcar de la siguiente manera:

·     Si siente envidia de alguien, trate de ver sus virtudes, vea su bondad, su contribución a la felicidad de los demás.
·     Si siente envidia de alguien, trate de ser feliz con su felicidad, repítase dentro de su mente “qué bueno que le vaya bien”, “qué bueno que se vea tan bien”, “qué bien que se sienta feliz”.
·     Medite y suplique al Padre que está en su corazón para que transforme profundamente ese sentimiento negativo, que le hace más daño a usted que al envidiado.
·     Haga el inventario de las cosas buenas que le han ocurrido, de su felicidad, de sus oportunidades, de los que lo quieren. En ese momento, también usted va a “tener” y la envidia se disuelve.
·     Si siente envidia, sepa que existe una fracción de Cristo en su corazón, Él es todo; ¿qué más podemos pedir?

Propiedad intelectual de Hilda Strauss. Todos los derechos reservados ©

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