Writen by
Hilda Strauss
17:03
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En el año
2011 se publicó un descubrimiento maravilloso: bajo las arenas del desierto, a
30 kilómetros de El Cairo, satélites habrían descubierto mil tumbas, tres mil
asentamientos antiguos y entre 17 y 24 pirámides. Y esto sucedió solo en un
pequeño cuadrante analizado. Pero ¿es esto una novedad?
Ya en los
años 80 existía tecnología de microondas que lograba detectar elementos a nueve
metros de profundidad, pero este funcionamiento solo podía ser usado en zonas
desérticas, como el Sahara o el Ártico. Para sorpresa de la ciencia y la sociedad,
los satélites descubrieron tesoros arqueológicos enterrados y también miles de
cráteres de meteoritos en lugares como el Sahara, el Gobi y en Argentina;
cráteres sorprendentes que iban desde los 20 metros hasta los 60 kilómetros de
diámetro. Quedó claro con este descubrimiento que los cráteres señalaban una
época remota de grandes impactos en la tierra y en la arena, y, justamente
sobre algunos de esos cráteres, se encontraron además construcciones antiguas y
tan misteriosas como las pirámides que hoy conocemos.
A estas
alturas, ya se ha perfeccionado el infrarrojo y sistemas militares de alta
precisión que pueden escudriñar profundidades mayores, pero no lo suficientemente
como para detectar todas las maravillas que se encuentran debajo de la arena en
el norte de África. Quienes hablan de 200 pirámides, probablemente se queden
cortos.
Sabemos que ha
habido muchos otros descubrimientos que no han salido a la luz. ¿A qué se debe
esto? Principalmente, a problemas políticos y económicos, por los que a las
sociedades que luchan en una desigualdad tan aberrante no les importa brindar
los recursos económicos necesarios para la recuperación de un tesoro histórico
de tal magnitud. Por eso, prefieren guardar silencio y no dejar intervenir a
universidades extranjeras o a otros organismos científicos.
Sabemos que
las tormentas en los desiertos de arena pueden ser tan comunes y poderosas, que
son capaces de sepultar una casa corriente en cuestión de 40 minutos. Si esto
pasa en un tiempo tan reducido, ¿qué habrá pasado durante miles de años?
Observemos
las grandes dunas del Sahara, que parecieran un mar interminable de arena,
entonces, nos preguntamos: ¿qué habrá bajo esas millones de toneladas de arena?,
¿qué cosas se descubrirán en el futuro en lo que hoy es Libia, Argelia, Malí,
Mauritania, Níger, Chad y Sudán? Necesitaremos siglos para sacar a la luz el
tesoro de la verdad.
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