Writen by
Hilda Strauss
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¿Existieron realmente los gigantes de los que nos hablan los hebreos, los vedas y los vikingos?
Actualmente, tenemos suficientes datos y evidencias que confirman la existencia de gigantes; los restos de Glenn Rose, por ejemplo, son unos de ellos. En 1908, en esta ciudad de Estados Unidos se descubrieron varias huellas de manos y de pies humanos con medidas desproporcionadas. El cuerpo original debía tener, por lo menos, cuatro metros de altura. Lo curioso del descubrimiento es que se encontraron también restos y huellas de dinosaurios. A pesar de su edad innegable, la ciencia ha descartado este hecho como un descubrimiento anacrónico.
Lo mismo ha ocurrido con un cráneo de cuarenta mil años de antigüedad que tiene una clara perforación hecha por una bala. Muchos se han preguntado cómo es posible, pero, tras extensos análisis por forenses expertos en armas y balística, todos concuerdan que la herida fue causada por un proyectil… ¿hace tanto tiempo? Todo esto se sale del hilo del tiempo, pero el volumen de estos objetos es muy grande.
En Italia nos encontramos con otras evidencias indudables de la existencia de gigantes en nuestro pasado. Ciudades olvidadas y enterradas, como Capena, cerca de Roma, o Lilimbea en Sicilia, estructuras tan maravillosas, que es estremecedor; observamos escaleras monumentales, esculturas enormes y piedras gigantescas que fueron manipuladas, transportadas y cortadas como por arte de magia. Muchas tienen tallas gigantes de seres humanos y animales, y, a juzgar por su erosión, su antigüedad y datación, es casi imposible de imaginar. En ese momento, recordamos los relatos bíblicos que hablan de los nefilim, aquellos gigantes del espacio que poblaron las islas desde el Polo, en una época en que algunas cosas, que se encuentran ahora casi destruidas, ya eran antiguas.
Si nos vamos más al oriente, al País del Sol Naciente, encontramos también otras evidencias de la existencia de esta raza. En el mar de Okinawa existen unas ruinas conocidas por los locales como “La ciudad de gigantes”, una construcción sumergida llena de escaleras monumentales, tallas bellísimas e inscripciones maravillosas de naves despegando en ubicaciones geográficas exactas. Las estructuras son enormes, redondeadas y con bordes suaves. El Gobierno conoce estas ruinas como “El monumento de Yonaguni” y, realmente, nadie ha podido datar su construcción, pues son tan antiguas, que hablar de años sería absurdo. Lo único que sí se ha podido decir, es que debió realizarse en un momento en que el lugar no estaba sumergido, es decir, en la época glacial.
Definitivamente, se evidencia que quienes realizaron semejantes hazañas tenían conocimientos sobrenaturales y tecnologías inigualables. Con todo lo anterior, podemos afirmar con certeza que la existencia de otras humanidades antes que la nuestra es un hecho claro e irrefutable.
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