Writen by
Hilda Strauss
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Mucho
se ha dicho de las apariciones de la Virgen de Fátima, del tercer secreto de
Lucía y de lo que ocurrió realmente ese día.
Hace
unos años falleció Lucía, la única sobreviviente de los niños de Fátima, pues
sus primos murieron poco después del milagro. En ese entonces, ella pertenecía
a una familia común, pero ¿cómo llegó a convertirse en religiosa?, ¿cuáles son
las dos verdades de las que comúnmente se habla de las apariciones de la
Virgen? y ¿cuál es el tercer secreto?
El día de la aparición de la
Virgen en Fátima
En
Fátima, Portugal, tres niños campesinos, inocentes y libres de la contaminación
del diario vivir, se encontraban haciendo sus oficios. Lucía, Jacinta y
Francisco cuidaban su ganado cuando vieron un relámpago increíble, más
brillante y sorprendente del que jamás hubieran visto. Un evento absolutamente
maravilloso, más, cuando el cielo se encontraba despejado y libre de tormentas.
Cuando se dieron la vuelta, los tres niños vislumbraron, sobre un árbol de
encina, a una señora bellísima, vestida de blanco puro, que les dijo que venía
del cielo y que esperaba verlos de vuelta el siguiente mes, el día 13. Les dijo
otras cosas, pero ellos nunca las revelaron. Al siguiente mes, cuando volvieron
a presenciar la aparición de la Virgen, les contó otros tres secretos y les
pidió asistir nuevamente el siguiente mes. Desafortunadamente, los niños no
pudieron, porque fueron encerrados y amenazados para que revelaran los
secretos. Lo cierto es que la Virgen prometió a los niños que en la sexta y
última aparición haría un milagro que todos presenciarían; y así fue: el 13 de octubre
de 1917 se reunieron setenta mil personas para ver lo prometido: la “Danza del Sol”.
El
primero de los secretos fue que la Virgen les dijo que la guerra mundial (la primera)
acabaría pronto, luego, parecía que el sol se moviera de un lado a otro y en
ocasiones daba la impresión de que hubiera dos soles.
Al
poco tiempo, los dos primos de Lucía murieron de gripe, y ella quedó como la
única custodia de los secretos de la Virgen. Después, entró a una orden
religiosa, principalmente, porque no sabía leer ni escribir, razón por la que
las apariciones de Fátima tomaron un lenguaje y un sesgo acomodados. No es malo
decirlo ni es un delito, sor Lucía escribió seis cortos libros de sus memorias,
todos corregidos y autorizados por sus confesores y superiores de orden. De aquí
nacieron las dos versiones de Fátima: la primera: las charlas de Lucía
adolescente y las narraciones de Francisco y Jacinta, crónicas de época recogidas
por varias personas y con comentarios reales de los protagonistas que quedaron
en la memoria de muchos. La segunda: la que escribió Lucía veinte años más
tarde, con todos los filtros, intervenciones, correcciones, añadidos y recortes
de sus superiores. Una versión “depurada” y convenientemente corregida que, de
todas formas, no ha pasado inadvertida por serios investigadores.
Lo
primero que analizaron los expertos alrededor del mundo fue la conocida “Danza
del Sol”, que vieron más de setenta mil personas y que es casi imposible que
haya sido de común acuerdo o una sugestión colectiva. Los análisis de la danza
concuerdan en que el evento es idéntico a las apariciones o avistamientos certificados
de ovnis. Es una danza de uno o dos discos brillantes que se desplazan a
velocidades fantásticas en el cielo y que crean un juego de luces.
Otro
fenómeno muy estudiado de Fátima es que muchos testigos afirmaron que la ropa
mojada de muchos se secó, lo mismo que el barro y la tierra. Esto coincide con
apariciones de ovnis que han sucedido en otras ocasiones, principalmente,
después de 1960. En aquella época no había tantas ni tan frecuentes, pero
después de 1945 han sido muchas y con características muy similares a las de Fátima.
Los
niños guardaron los secretos de la Virgen bajo extremo rigor, aun cuando fueron
amenazados de muerte. Pero algunos comentarios se filtraron, como que el manto
era tan claro y brillante que parecía hecho de luz, y que únicamente se podía
vislumbrar con detalle la cara de la Virgen.
Fue
muy inquietante en su momento que el primer escrito de Lucía, realizado en
1927, haya sido leído en primera instancia por sus confesores y, acto seguido,
quemado en su presencia, en el Santuario de las Apariciones de Pontevedra. En
1941, Lucía escribió otro intento de sus memorias, en el que narraba los dos
primeros secretos: el fin de la Primera Guerra Mundial y el inicio de la
Segunda, con su fracaso, y la disolución de la Unión Soviética.
Lucía
fue muy reacia a narrar el tercer secreto y, aunque lo escribió a finales de la
Segunda Guerra Mundial, pidió que no se diera a conocer sino hasta después de
1960. Fue hasta el año 2000 que se dio a conocer y, según la interpretación del
cardenal Ratzinger, era la premonición del atentado que sufrió Su Santidad en
1981.
Muchos
quedaron decepcionados con la interpretación de este último secreto, ya que se
hablaba del Apocalipsis y de la proliferación de armas. Otros decían que Lucía
hacía alusión al último Papa. Realmente, son especulaciones; nunca se conoció la
verdad. Lucía murió en el más absoluto aislamiento, pues llevaba consigo un
secreto que no agradaba a sus superiores. De hecho, algunas personas muy
allegadas a la madre Lucía decían que lo que se había publicado no era cierto,
que era un fraude planeado y manipulado.
El
tercer secreto tendría que ver con las profundas variaciones en la vida
religiosa, en el final de los enigmas religiosos tradicionales y en el retorno
de la verdad venida desde el cielo. Todo fue mandado a quemar, por ignorancia y
por miedo a lo desconocido.
Recordemos
que Jesús decía: “Mi reino no es de este mundo”, y tenía razón. Ni Jesús ni su
santísima Madre eran de este mundo, eran seres superiores, venidos de las
estrellas. Eran guías espirituales llegados para el avance de la humanidad.
Todo
esto es muy elevado y solo pueden entenderlo quienes, en su memoria de todos
los tiempos, registran en el corazón esta verdad irrefutable.
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