Writen by
Hilda Strauss
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Antes
de abordar el tema, tenemos que definir qué es el matrimonio en sí. En toda la
extensión del término, es algo muy profundo que involucra sentimientos,
confianza y deseos por parte de la pareja.
Ahora
bien, en el sentido energético, un matrimonio es la unión sexual completa entre
una pareja, esto quiere decir, que cada vez que una pareja tiene relaciones sexuales, quedan unidos energéticamente de por vida. Por esto mismo, cada vez
es más común ver jóvenes de 20 a 25 años con hasta veinte o más matrimonios, una
tendencia que crece a gran velocidad.
Dada
esta creciente situación, se ven también muchos casos de embarazos adolescentes,
en los que los jóvenes, por presión social o familiar, deciden casarse y
“responder”, pero, desafortunadamente, esto se convierte en un compromiso
obligatorio, lo que conlleva a separarse o vivir en el conflicto. También ocurre que
no están unidos con la energía del amor y de sentimientos propios entre la
pareja, sino por un sentido de responsabilidad implantado.
Los
padres deben ser muy comprensivos, responsabilizarlos y estar allí para ellos,
pero no deben intervenir. Los adolescentes necesitan afrontar esta situación,
pues muchas veces creen que todo lo pueden, que son invencibles e
invulnerables, así que, si siempre reciben una mano de ayuda, piensan que lo
merecen y que es lo justo. Este extremo no es bueno, los padres deben guiar a sus
hijos sin perjudicarlos, sin impedirles el desarrollo personal por el afán de
que no pasen dificultades o sufrimientos. Ayudar no es solamente sentirse bueno
y generoso, es, en esencia, ver que el otro es autosuficiente, que se aprecia y
que tiene un bienestar permanente.
Los
embarazos de jóvenes son difíciles de sobrellevar, pero tenemos que observar en
nosotros la fortaleza de ser duros y amorosos al mismo tiempo.
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