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lunes, 6 de marzo de 2017

Los elementales y la ciencia




Hablar de los elementales no es tarea fácil, pues hay mucho escepticismo frente a todo lo que pertenece a otro estado de conciencia. Lo curioso es que durante toda nuestra historia las diferentes mitologías y todos los libros sagrados han nombrado a los elementales, dándoles otros nombres, pero siempre refiriéndose a las mismas entidades: las almas o espíritus de los elementos.

Muchas veces la gente se confunde y limita la existencia de los elementales a las plantas, pero estos seres van mucho más allá, todos los elementos tienen formas elementales, hasta los más sutiles tiene sus almas elementales en la quinta dimensión.

Este es un tema real, que no se puede tomar a la ligera hablando solo de haditas y gnomos. Y es que el ser humano se ha olvidado de muchas verdades, ha perdido su clarividencia y su poder de ver lo que existe en otras dimensiones.

El primero que usó el término “elementales” fue el gran médico y alquimista Paracelso, hace casi quinientos años. Hijo de padre médico y alquimista, y de madre clarividente, fue formado dentro de la espiritualidad y la ciencia; la medicina de hoy le debe mucho a su sabiduría. En sus estudios espirituales mencionaba a las hadas, a los gnomos y a “gente menuda” como los elementales. Él mismo decía: “Digo que son elementales, pero ya han sido mencionados de otra forma”. Como era médico y alquimista, se refería casi exclusivamente a los elementales de las plantas y a los de la tierra, pero recordemos que todos los elementos tienen sus elementales, lo que ocurre es que no tienen la misma duración. Paracelso bautizó muchos elementales con nombres prestados de las mitologías y sus estudios son aún hoy una base de análisis en Alemania y muchos otros países europeos.

De los elementales existen muchas preguntas y las más usuales son acerca de sus formas humanoides o tamaños visuales, pero también existe mucha incertidumbre, porque el ser humano tiende a negar la existencia de aquello que no ve o no entiende, pero esto es solo nuestra incapacidad de ver otros mundos, más no niega en sí la existencia de estas entidades.

Unos de los elementales más comunes son las sílfides o silfos, nombrados así por Paracelso, que son los elementales del aire. Sus existencias son pasajeras, pueden durar desde instantes hasta algunos días, pero lo curioso es la cantidad de avistamientos que han tenido. Donde más aparecen es sobre las nubes, en zonas altísimas de la atmósfera; al momento de una tormenta aparecen momentáneamente como una figura luminosa, a consecuencia se producen los rayos, seguidos por el sonido del trueno. El fenómeno desaparece rápidamente, pero su aparición no solo ha sido vista por científicos, pilotos y personas que trabajan en la aeronáutica, sino que también ha sido fotografiado numerosas veces. Tan recurrente es el fenómeno, que los científicos y meteorólogos los conocen como “duende de las tormentas”.

El premio Nobel de Física, Charles Winston, habló con mucho ahínco sobre estas apariciones, lamentablemente, murió sin poder ver las fotografías de avanzada que se dan hoy. Las primeras imágenes de calidad se tomaron por accidente cuando en Estados Unidos se hacía un seguimiento a la trayectoria de un misil experimental y, desde entonces, se han venido tomando maravillosas fotografías de este fenómeno que no dura más de una milésima de segundo.



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