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viernes, 16 de octubre de 2015

¿Cómo son los ángeles?



No es un tema fácil de tratar el de los ángeles, es un tema que hiere sensibilidades y que espanta a los que le temen a la verdad.

Es uno de los argumentos preferidos de los falsos maestros que comercializan las supercherías de la Nueva Era. Es un asunto que abusa de la inocencia, de la credulidad y de la necesidad de la gente, para alienarlos con ideas “rosa” y anestesiarles el alma, evadiendo la realidad.

La humanidad ha tenido siempre un gran desconocimiento de los ángeles, que ha llevado a falsas interpretaciones, a plasmarlos como figuras humanas aladas, la mayoría con rasgos nórdicos. Así mismo, han malinterpretado sus nombres, tomados del hebreo antiguo, todo para recrearlos en una versión romántica, novelada y graciosa. ¿Con qué fin? Muchos lo hacen para ser oráculos, y para negociar, que despistan tanto en el conocimiento de la vida espiritual como en el profundo sentido de la Cábala.

Ahora bien, los ángeles sí existen, son seres enormes de luz, de evolución indescriptible, pero distan mucho de ser lo que los charlatanes pretenden comunicar. Son entidades celestiales que se manifiestan en coordenadas o dimensiones superiores y tienen grados crísticos y búdicos de evolución. Realmente, describirlos en su totalidad es una tarea imposible desde la perspectiva de un ser humano y solo grandes seres de evolución espiritual enorme entienden su verdadera entidad. Un ángel abarca varios estados, varias dimensiones, varios espacios y diversas líneas de tiempo.

Los humanos no llegamos a entender la grandeza y magnificencia de los ángeles, apenas si conocemos los nombres terrestres con los que han sido denominados. Algunos de estos son Rafael, Uriel, Sejaltiel, Orifiel, Gabriel. Al pronunciarlos traen un pequeño pedazo de su energía en unión con otros mantras en hebreo, sánscrito o en pronunciación ogam, pero esos ¡no son sus nombres reales!

Cabe también aclarar que los ángeles no aparecen en las estatuillas o representaciones de porcelana, tampoco en las imágenes de estampillas o románticas tarjetas. No es posible definir a un ángel con concepciones mentales o palabras de idiomas nuevos o lenguas terrestres.

En otras dimensiones, la cercanía de un ángel es abrumadora, inconcebible, la enseñanza de años para el alma. Un solo segundo de su presencia, un solo instante de su imagen nos cambia para siempre; un canto suyo o una palabra nos aleja de todo, nos aparta de lo ilusorio.

Propiedad intelectual de Hilda Strauss. Todos los derechos reservados ©

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