Writen by
Hilda Strauss
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En muchos de
nuestros programas de radio hemos hablado del diablo, qué es y cómo derrotarlo
a través de los ocho pasos de la iluminación. Para aquellos que no hayan podido
escuchar estas emisiones, explicaremos inicialmente los conceptos de “diablo” e
“infierno”.
El diablo es
el conjunto del poder negativo mental de toda la civilización, la gran mente
humana. Este demonio es una realidad que nos azota todos los días, por el diablo
existen guerras, hambre, ambición, ansiedad y falta de claridad. Una de las
grandes características de ese demonio universal es que obra en secreto y se
solapa continuamente en la confusión.
Si el diablo es
mental, ¿en dónde o en qué queda la magia negra y la brujería y las fuerzas
negativas? Todo lo anterior sí existe, porque el poder mental existe y el poder
de proyección energética mental existe. El gran problema es que el hombre no
sabe el poder que tiene ni conoce las horribles consecuencias que tienen sus
actos espantosos. En este sentido, el infierno también existe: son dimensiones
inferiores a la física, en donde el sufrimiento es inconcebible para nosotros,
son estados que la mente no puede comprender en la materia, al igual que ocurre
con las dimensiones superiores.
Ahora, la
manera de contrarrestar esta tendencia natural negativa del hombre es a través
del camino del despertar de la conciencia, y en este sentido nuestra guía son los
pasos del budismo tibetano y del clásico, tomando como base las palabras
originales del señor Gautama. Él hablaba de los ocho pasos o fases de la
iluminación, que son:
Saber ver la vida: ver la vida de forma correcta, con
positivismo, con la mirada del dharma, con la de lo próspero, de lo feliz, aun
en la adversidad.
Tener buena intención: esto significa obrar con bondad,
amor y consideración.
Saber hablar: sabemos que las palabras son poderosas; crean y
pueden ser realidades físicas, entonces, tenemos que hablar para construir,
para generar felicidad, para solucionar, para armonizar. Los vocablos son
importantes, así que no debemos acostumbrarnos a las malas palabras, a los
chistes “subidos”, a los comentarios picantes, a la maledicencia.
Saber obrar con rectitud: obrar bien recae en todos los aspectos
de la vida. Obrar bien con mis semejantes y con la sociedad, ser buena persona
en pensamiento y obra, como es no ser envidioso, tacaño o grosero. También se
debe obrar bien con su propio ser, cuidar de su cuerpo y espíritu. Así, surgen
mandamientos como: “obre bien, no mate”, obre bien, no robe”, “obre bien, no
sea agresivo”.
Trabajar
perfectamente: esto se
refiere a la misión de la vida, es algo que nos involucra a nosotros mismos y a
los demás, es la energía cotidiana nuestra, el amor nuestro que se hace visible
en nuestro trabajo. “Trabaje bien”, que el producto de su trabajo sea
maravilloso para usted y para los demás. Haga una contribución positiva a la
sociedad, sea un ejemplo para los demás, sin esperar alabanzas o retribuciones.
Tener un correcto esfuerzo: según las hermosas palabras del señor
Gautama, tener un correcto esfuerzo reduce la fuerza del demonio mientras es
aniquilado. En este paso, se sentencia: “evite todo lo negativo, su vida es
alegre y positiva, recuerde que el pesimismo daña y las acciones negativas se
devuelven. Transforme sus costumbres negativas y conviértase en fuente de
buenos pensamientos para así cambiar la vibración negativa de la mente. Sea
constante”.
Estar alerta: significa recordar y vivir el momento, que
existimos y donde estamos. Ese inventario instantáneo de la vida es necesario
hacerlo en todo momento, siempre. Para los tibetanos, por ejemplo, este es el
primer paso de la meditación: antes de pensar en concentrarse, primero es
necesario recordar que estamos encarnados.
Saber meditar: este paso no habla de la meditación en
una pose o en una actitud especial, aquí se habla de la meditación de los
momentos de la vida. Aunque para algunos parezca difícil, la meditación es una
habilidad humana y la hacemos todos los días, solo que no con este nombre. Lo
hacemos en esos momentos en que estamos solos, pensando en nuestras
circunstancias, problemas o eventos. Sin embargo, la meditación enfocada se
vuelve una tarea de práctica y ejercicio constante.
Estos son los
ocho pasos o fases de conciencia, optimismo y felicidad para la vida. Claramente,
están resumidos, pero los ampliaremos en otro momento.
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