Writen by
Hilda Strauss
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Es un hecho
que las células y la memoria celular están en constante cambio y paulatina
adaptación al nuevo estado espiritual humano. Para la ciencia, esto no es un
misterio: ya se han identificando cambios y mutaciones en el ADN, cambios que
no existían en estudios anteriores.
De los libros
sagrados sabemos que en general la construcción terrícola está fundamentada en
el número 6, pero si observamos el ADN, vemos que solo se habla de cuatro
estructuras primaras. ¿A qué se debe esto? La verdad es que son seis, solo que,
hasta el momento, la ciencia ha descubierto únicamente cuatro, las otras dos se
encuentran en el estado intermedio que existe entre la tercera y la cuarta
dimensiones. Ahora bien, los científicos ya han comenzado a hablar de la
“triple hélice del ADN”, siendo esta la mutación que hace a los cuerpos más
evolucionados, más integrados, más “espiritualizados”.
En investigaciones
científicas, se han encontrado seres humanos con estas particulares mutaciones,
de hecho, ya han nacido niños con la triple hélice. Estos maravillosos
descubrimientos se han podido identificar gracias a los grandes avances tecnológicos
de las últimas décadas, particularmente, las mejorías abrumadoras realizadas en
el área de la microscopía, en la que hoy en día se pueden apreciar imágenes
tridimensionales atómicas.
Por todo lo
anterior es que se puede hablar con certeza de estos descubrimientos tan
asombrosos, se puede afirmar con toda convicción que nuestro ADN humano está
mutando, que tiene nuevas características y que hemos podido descubrir otras
que, a la fecha, no habíamos podido identificar.
Esto de las
varias “hebras” del ADN, de tres o cuatro, ya lo conocen los científicos de la
Universidad de Cambridge y lo sé de fuentes directas. Han detectado grandes
velocidades de crecimiento celular y fenómenos del ADN que, por avanzados y
polémicos, aún no se han publicado en libros ni en internet.
Hoy día,
sabemos que en nuestro ADN se encuentra la clave para la cura de enfermedades
gravísimas, así como la fórmula para prolongar la vida. Con cada día que pasa,
vemos que las nuevas generaciones son más sensibles, más conectadas, más
entendidas y con una mejor memoria. Sus cuerpos se están adaptando
paulatinamente para afrontar retos más espirituales y avanzados.
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