Writen by
Hilda Strauss
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Todo lo que vemos con nuestro ojos humanos tiene un color, que corresponde a un espectro muy pequeño, llamado el “espectro visible”. Pero lo cierto es que hay muchos otros más allá de este. Existe el ultravioleta, el infrarrojo, los rayos X, las microondas y otros invisibles.
Hablaremos del aura, para aclarar un poco su estructura en los humanos y demás seres. El aura se encuentra es espectros visibles e invisibles, de hecho, nuestros ojos deberían poder captar los espectros visibles, pero, desafortunadamente, nuestra visión y percepción están adormecidas y con escaso entrenamiento, por lo que la gran mayoría no puede ver estos colores y formas del aura.
Si queremos entender un poco más la estructura del aura, podríamos compararla con una lechuga, ya que se va abriendo en capas desde nuestro centro.
La primera capa:
Esta capa es una luz que todos los cuerpos expiden por efecto de la temperatura, esto incluye todo cuerpo animado e inanimado, como muebles, piedras, plantas, construcciones, etc. Es de color blanco brillante y va variando según la temperatura de los cuerpos. La cámara Kirlian, por ejemplo, puede captar esta primera capa del aura.
La segunda capa:
La segunda capa también es emitida por todos los cuerpos vivos y no vivos, se puede ubicar en el espectro ultravioleta y ser captada por la cámara Kirlian. En el plano físico, su color es azul violeta, en los mundos internos se ve esta segunda capa de color amarillo verdoso (su color complementario).
La tercera capa:
En los humanos esta tercera capa es una luz astral que protege el cuerpo de agresiones externas y, aunque solo una pequeña parte es visible por el ojo humano, esta puede percibirse de un color verde azulado. En otros planos, en cambio, los colores varían desde el violeta hasta el rojo y, dependiendo de la transparencia y pureza del color, se puede identificar el grado de evolución de la persona. Ahora bien, las plantas y elementales tienen esta y una última capa de aura, una emanación muy brillante de color azul-verde.
La cuarta capa:
La cuarta capa es un espacio etérico que surge por los mismos campos magnéticos y eléctricos que genera la estructura humana. Tiene una peculiaridad y es que es un espacio de atracción y repulsión, tal como la respiración; además, puede contener maravillosas chispas de sustancia etérica y luz astral o larvas astrales que se están descomponiendo en su periferia. En los animales, esta es su última capa. En el mundo físico se percibe de color amarillo tenue y en los mundos internos se ve azul.
La quinta capa:
Es una corona que inicia el aura propiamente dicha, es de color dorado purísimo y teje formas y filigranas que parecen una joya, según la evolución y la procedencia del alma.
La sexta capa:
Esta funciona como una huella digital, es distinta en cada ser humano y se presenta en diferentes formas y colores.
La séptima, octava y novena capas:
La séptima capa es una delgada concentración de luz, del color más predominante del aura. La octava y novena capas son emanaciones en diferentes intensidades de tonos de luz que se unen con otras auras que se encuentran en el espacio.
El tamaño de las auras y su intensidad en color y brillo dependen del desarrollo interno y de la jerarquía espiritual de cada individuo, que no se relaciona de ninguna manera con la situación física de la persona en el mundo físico. En este sentido, un mendigo puede tener un aura monumental y purísima, mientras que una persona adinerada o popular puede tener un aura sucia, llena de larvas astrales y a punto de causar una enfermedad.
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