Writen by
Hilda Strauss
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El gran Siddhartha, uno de los grandes guías espirituales de nuestra humanidad, decía que un gran problema de la mente es el apego. Muchas veces, nuestra mente se apega a situaciones o rutinas más que a personas. La mente se apega a la seguridad, a la tranquilidad y a la constancia de ciertas circunstancias.
Este es un caso bastante común en algunos matrimonios que llevan varios años de casados: los esposos están más apegados a las rutinas propias del matrimonio que a su propio cónyuge.
En algunos casos, es tan cierta esta realidad, que con los años se han venido acumulando arrepentimientos, inseguridades y resentimientos, pero hay más apegos a las costumbres, y por eso vemos algunos casos de personas que hasta soportan maltratos y abusos con el fin de mantener ese apego.
Ahora bien, si nosotros logramos desapegarnos, desde el fondo de la mente, de la persona y de las situaciones que nos unen a ella, entonces, lograremos sobrepasar fácilmente los tragos amargos de la vida.
En una separación, por ejemplo, los recuerdos obran en contra nuestra, rememoramos aquellas épocas gloriosas de nuestra pareja, y recordamos también momentos más difíciles, como infidelidades o maltratos, con una amarga sensación de injusticia. En entonces que nos llenamos de rencores y amarguras.
¿Cuál es la solución? Dejar que los recuerdos lleguen a nuestra mente de manera neutra, como si pertenecieran a una vida pasada; en ese momento también se neutralizan los resentimientos, las memorias de injusticia e impotencia, y podemos seguir adelante con la vida que hemos creado: autónoma, forjada por nosotros mismos, en la que podemos desterrar la tristeza, la melancolía y la inseguridad.
Cuando nacemos, estamos solos, y lo mismo pasa al momento de partir, pero con la alegría y la seguridad de nuestro Ser interior; todo queda en el pasado, y solo queda la estabilidad y la realidad, el consejo del Ser, la influencia del espíritu.
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