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lunes, 26 de diciembre de 2016

Documentos antiguos


Es un hecho que alrededor del mundo existe un sinnúmero de colecciones privadas de documentos y objetos de la Antigüedad. Y, aunque no quisiéramos que fuera así, es una realidad que en gran medida ha ayudado a preservar joyas valiosísimas de nuestra historia que, de haber caído en manos de sectas o fanáticos, muy seguramente habrían sido destruidas.

Eso sí, muchos de los documentos ni siquiera se han dado a conocer, por miedo a perderlos o simplemente porque sus dueños no saben lo valioso que tienen en sus anaqueles. Sin embargo, es gracias a estos coleccionistas que nuestra humanidad ha podido conocer objetos tan maravillosos como los evangelios apócrifos del cristianismo primitivo, códices mayas e incas, estelas egipcias, persas e hindúes, y mucho más.

El señor Martin Sheien, un millonario escandinavo, es uno de estos coleccionistas que ha sacado a la luz elementos invaluables. Con una colección de antigüedades tan enorme que puede ser la envidia de cualquier museo, él ha compartido poco a poco las piezas que tiene y las ha dado para análisis y traducción.

Una de sus posesiones más sorprendentes es una tablilla de piedra, escrita en cuneiforme, de la que se dice que tiene más de cinco mil años, pero en realidad no se ha concretado su antigüedad. En ella se narra cómo en un tiempo muy lejano varias naciones reunieron su tecnología e ingenieros para construir una estructura gigante, brillante y pulida. La mención nos recuerda a la Torre de Babel, además, en el relato se refiere a Marduk, un nombre muy especial, que aparece repetidas veces en varios escritos antiguos.

Pero ¿quién era Marduk?, ¿un ángel?, ¿un ser sobrenatural? En otros escritos se le menciona como el Ángel de la guerra interna y en otros como el Señor de los carros que vuelan, pero ¿quién era?, y ¿qué dicen las otras 106 tablillas acompañantes de esta historia, también en manos de Martin?; ¿era un zigurat? o ¿era un edificio atlante de cinco kilómetros de alzada? Un misterio que aún está por resolver.

Propiedad intelectual de Hilda Strauss. Todos los derechos reservados ©

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