Writen by
Hilda Strauss
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La
investigación de inteligencias extraterrestres está llena de curiosidades y de
incógnitas que frustran a los científicos más conservadores, pero que animan a
los que, con mente abierta, investigan los enigmas del pasado.
Si observamos
los libros de inicios del siglo XX, encontramos que en la historia el hombre haría
su aparición hace un poco más de cinco mil años, medición que ahora resulta
absurda. Afortunadamente, en las últimas décadas se han hecho descubrimientos
maravillosos de objetos y sucesos que corren esta fecha a cuatro millones de
años, que igual es poco pero bastante mejor que lo inicialmente estipulado. Subsiste
también la teoría del “eslabón perdido”, que se quedará sin descubrir, pues
nunca existió; el hombre-mico intermedio es apenas un mito. Todos esos
descubrimientos de Neanderthal y Cromagnon no son el hombre propiamente dicho
sino que son fallas en el camino de preparación de este gimnasio.
El hombre fue
preparado por civilizaciones superiores de manera súbita, con el fin de poder
encarnar almas desarrolladas. Esto lo conocemos como la “siembra
extraterrestre”, hecho que hace que descartemos absolutamente la posibilidad de
encontrar el “eslabón perdido”.
Pero lo
anterior no es lo único que le preocupa a la ciencia, existen enigmas
increíbles y muy difíciles de entender; por ejemplo, un objeto extraordinario
descubierto en Austria: un cubo con esquinas redondeadas, con un corte tan
perfecto, que ni en la actualidad se puede replicar; un cubo que además cuenta
con más de 70 millones de años de existencia, factor que se ha determinado con
numerosos estudios. Este objeto, fuera de ser en sí maravilloso, fue encontrado
en una máquina sorprendente, pero de eso nadie habla.
Como este
cubo se ha encontrado otro sinnúmero de objetos extraños: barras metálicas,
piedras talladas con suma precisión; de materiales desconocidos y edades
fantásticas. Elementos para los que los científicos simplemente no encuentran
explicación alguna.
Muchos de
estos objetos han sido noticia o están expuestos en museos y analizados por
académicos de todo el mundo, pero la gran mayoría se rotula con mucho cuidado, se
protege en cámaras especiales y se deposita en anaqueles, lejos del escándalo y
de la curiosidad de los que están alerta.
Los libros de
ahora serán en el futuro tan “curiosos” como puede ser hoy el recuerdo de
cuando la radio y la televisión eran “cosa del demonio”. Gracias a Dios, todo
está cambiando.
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