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martes, 26 de abril de 2016

Levitación




Un común denominador de las grandes construcciones de la Antigüedad es el uso de gigantescas piedras para su edificación, tan enormes y pesadas, que grandes científicos y doctores de la actualidad se siguen preguntando cómo estas antiguas civilizaciones lograron moverlas y apilarlas.

Para dar algunos ejemplos de construcciones con estas características piedras, encontramos:

·      Las construcciones mayas, incas y aztecas.
·      Los moáis de la Isla de Pascua.
·      El monumento Stonehenge.
·      Las piedras con inscripciones rúnicas que se encuentran alrededor de toda Escandinavia.
·      Las piedras de las desconocidas ruinas del Baalbek.
·      La esfinge, las pirámides y los miles de templos a lo largo del Nilo en Egipto.
·      De Egipto también, los terraplenes de puerto, las calzadas de las desaparecidas ciudades y las bases subterráneas de sus monumentales construcciones.

Todas cuentan con bloques de piedra tan gigantescos y precisos, que hoy no existe la maquinaria para moverlos o cortarlos con tal exactitud.

Alrededor de este tema se han desarrollado toda clase de teorías, desde disparates hasta aquellas que hay que creer por acto de fe. Hemos visto la hipótesis de las ruedas de piedra, las procesiones de esclavos moviéndolas y de los troncos de madera, pero nada de eso satisface ni explica el asunto.

Entonces, nos preguntamos: ¿cómo lograron estas civilizaciones mover tan gigantescas rocas?

Alrededor de esta incógnita encontramos una narración muy interesante de un gran sabio árabe del siglo X. Nacido en Bagdad, Abu al-Hasan Ali ibn al-Husayn ibn Ali al-Mas'udi es conocido como uno de los grandes historiadores y geógrafos del mundo. En vida se dedicó a viajar, a conocer gente de todo el mundo, a hacer cartografías e investigaciones, y escribió enciclopedias de grandes proporciones. Cuando llegó a Egipto, donde finalmente murió, se dedicó a investigar las maravillosas construcciones de esa civilización.

Preguntándose cómo los egipcios habrían logrado tan grandes hazañas, recurrió al conocimiento y memorias de sacerdotes y maestros, para así entender qué explicación daban a tal misterio.

En su ‘Crónica universal’ esto fue lo que dijo:

“Los viejos extranjeros gigantes, seres de gran bondad y poder, movían los bloques solamente con la mirada y los ademanes de sus largas manos, pero, al momento de irse, dejaron a sus hijos, algunos pocos papiros luminosos, que se ubicaban debajo de una esquina de la piedra que se iba a mover, y cuando la piedra era golpeada con varitas metálicas, también de ellos, esta se levantaba y se movía con guía siempre, y cuando el camino fuera de piedra, con postes metálicos a lado y lado, esto lo podían hacer cuantas veces quisieran. Poco tiempo después, desapareció hasta el último de los padres y se llevaron sus papiros luminosos y sus varitas, aunque se las hubieran escondido”.

Definitivamente, una narración curiosa, que cuenta con más de mil años y detalles tan exactos, que nos deja una pregunta en el alma.


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