Writen by
Hilda Strauss
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Un común denominador de las grandes construcciones de la Antigüedad es el uso de gigantescas piedras para su edificación, tan enormes y pesadas, que grandes científicos y doctores de la actualidad se siguen preguntando cómo estas antiguas civilizaciones lograron moverlas y apilarlas.
Para dar
algunos ejemplos de construcciones con estas características piedras,
encontramos:
· Las construcciones mayas, incas y
aztecas.
· Los moáis de la Isla de Pascua.
· El monumento Stonehenge.
· Las piedras con inscripciones rúnicas
que se encuentran alrededor de toda Escandinavia.
· Las piedras de las desconocidas ruinas
del Baalbek.
· La esfinge, las pirámides y los miles
de templos a lo largo del Nilo en Egipto.
· De Egipto también, los terraplenes de
puerto, las calzadas de las desaparecidas ciudades y las bases subterráneas de sus
monumentales construcciones.
Todas cuentan
con bloques de piedra tan gigantescos y precisos, que hoy no existe la
maquinaria para moverlos o cortarlos con tal exactitud.
Alrededor de
este tema se han desarrollado toda clase de teorías, desde disparates hasta aquellas
que hay que creer por acto de fe. Hemos visto la hipótesis de las ruedas de
piedra, las procesiones de esclavos moviéndolas y de los troncos de madera,
pero nada de eso satisface ni explica el asunto.
Entonces, nos
preguntamos: ¿cómo lograron estas civilizaciones mover tan gigantescas rocas?
Alrededor de
esta incógnita encontramos una narración muy interesante de un gran sabio árabe
del siglo X. Nacido en Bagdad, Abu al-Hasan Ali ibn al-Husayn ibn Ali al-Mas'udi es conocido como uno de los grandes historiadores y geógrafos del
mundo. En vida se dedicó a viajar, a conocer gente de todo el mundo, a hacer
cartografías e investigaciones, y escribió enciclopedias de grandes proporciones.
Cuando llegó a Egipto, donde finalmente murió, se dedicó a investigar las maravillosas
construcciones de esa civilización.
Preguntándose
cómo los egipcios habrían logrado tan grandes hazañas, recurrió al conocimiento
y memorias de sacerdotes y maestros, para así entender qué explicación daban a
tal misterio.
En su ‘Crónica
universal’ esto fue lo que dijo:
“Los viejos
extranjeros gigantes, seres de gran bondad y poder, movían los bloques
solamente con la mirada y los ademanes de sus largas manos, pero, al momento de
irse, dejaron a sus hijos, algunos pocos papiros luminosos, que se ubicaban
debajo de una esquina de la piedra que se iba a mover, y cuando la piedra era
golpeada con varitas metálicas, también de ellos, esta se levantaba y se movía
con guía siempre, y cuando el camino fuera de piedra, con postes metálicos a
lado y lado, esto lo podían hacer cuantas veces quisieran. Poco tiempo después,
desapareció hasta el último de los padres y se llevaron sus papiros luminosos y
sus varitas, aunque se las hubieran escondido”.
Definitivamente,
una narración curiosa, que cuenta con más de mil años y detalles tan exactos,
que nos deja una pregunta en el alma.
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