Writen by
Hilda Strauss
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Actualmente, tenemos muchas evidencias que prueban la
existencia de la Atlántida, que no son solamente las miles de inscripciones
egipcias, que hablan con claridad de esta cultura, sino los descubrimientos de
grandes restos de estructuras maravillosas. Estos hallazgos se han hecho a
través de satélites, a la altura de la costa de Marruecos y frente a Gibraltar,
por importantes miembros de la comunidad científica.
A pesar de los muchos descubrimientos, sus análisis son
de alta complejidad, ya que el lecho marino es inestable y con una actividad
indiscutible. Si pensamos solo en los famosos galeones hundidos hace apenas 400
años, observamos que solo quedan escombros, por eso, podemos imaginar qué le
pudo pasar a toda una civilización hundida hace cientos de miles de años.
Platón, uno de los filósofos que más habló de la
Atlántida, vivió hace 2.400 años y fue entrenado en la escuela de Sócrates. Al
ser heredero de una familia pudiente, tuvo acceso a información privilegiada,
como las teorías de relatividad del filósofo Crátilo, notas antiquísimas de
Heráclito y muchas otras fuentes de conocimiento a las que pocos pudieron
acceder. Vivió en una época muy complicada, cuando vio a Sócrates
ser castigado por decir que el asunto de los dioses griegos era una
interpretación errada. Por esta razón, se vio en la necesidad de escribir de
forma poética, alegórica y hasta novelada, con el fin de disimular la esencia
principal de sus escritos, y los relatos de la Atlántida no se vieron exentos.
Las historias platónicas de la Atlántida se narran en sus
escritos de Timeo y Critias, y se mencionan como “las historias que fueron, con
toda seguridad, posiblemente verdaderas”. Esta frase resume el miedo que sintió
cuando, apenas a sus 28 años, presenció cómo su maestro fue obligado a tomarse
un vaso de cicuta.
En India se dice que existían hace cientos de miles de
años los imperios de Raam, ciudades espléndidas hechas de cristal, que eran
protegidas por una poderosa y gigante gobernante; y Platón habla de las luchas
de Atlantis y del liderazgo y protección que asumió la diosa Atenea. Una
similitud muy curiosa, ¿no?
Teniendo en cuenta lo anterior, nos encontramos con otros
relatos del filósofo que tienen mucha similitud con narraciones de diversos
libros antiguos. Por ejemplo, la historia de la repartición de las tierras, en
la que el norte de África, que en su momento no era un desierto, fue designado
para los egipcios. Así mismo, la historia de Poseidón, un ser maravilloso y
gigante, que respiraba bajo y fuera del agua, y a quien las criaturas
invisibles de la bruma hacían caso. En esta historia, el dios bajó del Sol, o
del disco solar, para unirse con las hijas de los hombres y fundar una
civilización que luego se hundiría y dejaría muy pocos remanentes.
Todo esto parece una coincidencia, historias sacadas del
libro de Enoc o del Génesis, pero realmente no lo es; es la misma historia, la
repetición de la repetición.
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