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miércoles, 15 de marzo de 2017



Una de las cuestiones más recurrentes en el programa de radio es el karma, su funcionamiento y su razón de ser. Nos han preguntado: “Es verdad que uno lleva el karma de los padres por varias generaciones?”.

Esta es una confusión que parte de algunos pasajes bíblicos, sobre todo, del Antiguo Testamento, que se leen a letra muerta, pero debemos aclarar que estos pasajes se refieren a estados espirituales y a símiles del “ser” y no al karma o a la familia.

Cada persona paga su propio karma, cada quien es responsable de sus acciones y, por lo tanto, tendrá que lidiar con las consecuencias. Cada ser humano tiene que rendir cuentas de sus actos pasados, pero, sin importar qué tan grave haya sido la falta, ese karma no recae sobre sus hijos o nietos; nadie paga el karma de otra persona.

Debemos entender que los jueces de la ley miden hasta los más recónditos lugares de la mente y saben que esto genera un efecto que se remonta a una causa muy específica. Únicamente cuando el “ser interno” comprende esto y es consciente de esta cadena de acción y reacción, es que la mente se ilumina y, como por encanto de magia, se libera del karma.

Los grandes alquimistas de la Europa del siglo XIX decían que la conciencia es la ley superior que puede lavar el karma de las leyes inferiores. Y tenían mucha razón.








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martes, 14 de marzo de 2017



Muchas veces nos han preguntado cuál es la mejor forma de educar a los hijos y, aunque no hay una única forma establecida, sí hay algunos lineamientos que pueden ayudar. Este es el caso de los conceptos budistas, que en muchos casos son implementables hasta en las situaciones más difíciles. Uno de los conceptos más fuertes es la compasión, el ser considerado con el otro y ser conscientes de nuestros hijos, de nuestro estado y del de ellos.

Como padres es muy normal siempre estar alerta: ¿dónde están?, ¿qué están haciendo?, ¿qué fortaleza tienen para afrontar una agresión?, ¿qué reacción y qué posibilidad de respuesta existe? ¿En casa se oculta o se habla todo?, ¿qué temas están vetados?, ¿por qué están vetados estos temas en particular? En la compasión nos tenemos que ubicar en los zapatos de nuestros hijos.

Además de ser compasivos con los hijos, es indispensable ser cercanos, pues una persona solo asimila, entiende y concibe aquello que está próximo. Si no somos cercanos a los hijos, será imposible entenderlos o ponerse en sus zapatos. Las filosofías orientales están muy avanzadas en esta situación, pues tienden a educar a sus hijos bajo este sistema. Pero, existe un sinnúmero de casos, sobre todo en nuestra sociedad, en los que los hijos son educados en el silencio, en la humildad y respeto mal entendidos, y se ven en la situación en la que no pueden o no saben cómo comunicarse. En estos casos, es muy común ver problemáticas y hasta llegar a abusos o maltratos.

En este sentido, es indispensable criar a los hijos bajo la compasión, la comprensión y el respeto, tratando de ser cercanos a su situación y sentimientos, pero, sobre todo, valorando la comunicación sincera entre ambas partes.





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viernes, 10 de marzo de 2017



El origen del mundo es uno solo y todos nosotros tenemos en nuestra memoria astral y ancestral los mismos principios e inquietudes, sin importar las creencias o convicciones.

Todos los seres humanos tenemos una intuición y una memoria que siempre apuntan a la verdad, y es por esta razón que, en algún punto de nuestra vida, nos hemos cuestionado o nos cuestionaremos cosas como: ¿solo hay una vida?, ¿qué sigue después de la muerte?, ¿hay libre albedrío?, ¿existen los extraterrestres?, ¿hay varias dimensiones o solo esta, física?, ¿quién lo dice?, ¿qué se ha hablado de otras dimensiones?, ¿quién lo ha dicho?, ¿expertos o empíricos?, ¿expertos en qué?, ¿quién ha determinado quienes son los expertos?

Así como las anteriores hay muchas preguntas que se cuestionan sobre la existencia, la muerte, la vida, la reencarnación, la misión del ser, la espiritualidad y las religiones. Todo esto es sumamente valioso, pues nos acerca a la verdad, pero es entonces que debemos mirar hacia el pasado y observar los miles de coincidencias que existen entre la espiritualidad y la ciencia, y entender que muchas de las preguntas ya tienen respuesta.

Si observamos, por ejemplo, los libros sagrados, vemos que entre ellos existen un sinnúmero de similitudes, y es que ninguno es copia del otro, sino que forman parte de la memoria colectiva increíble a la que estamos conectados todos los seres humanos, así algunos aspectos sean desconocidos para nuestra civilización moderna.

Un ejemplo maravilloso son los relatos y estudios de los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm, famosos por cuentos tan bellos como ‘La bella durmiente’, ‘Cenicienta’, ‘Blanca Nieves’ y ‘Hansel y Gretel’. Ellos no solo fueron espléndidos autores, sino grandes estudiosos de la lengua alemana, del saber antiguo y del origen del conocimiento de las civilizaciones; eran, además, expertos en la Edda antigua y tradujeron de manera sorprendente los textos casi rúnicos de Noruega y Finlandia. Existe un libro magnífico de estos hermanos que nunca salió a la luz, por su contenido absolutamente escandaloso para la época, en el que relata el origen divino de las lenguas, que estaba fundamentado en el conocimiento que ambos tenían sobre los Ases, los Vánen, las tierras misteriosas polares y sobre los seres de la “Luz verde del alba”.

Los hermanos Grimm fueron unos sabios sin iguales, expertos en las lenguas muertas y en las antiguas; sabían leer en nórdico y entendían a la perfección las viejas runas de línea, que se leían como una clave. Ellos comprendían estas letras tan complejas, que sin duda son el origen del céltico, del rúnico, del persa, de las lenguas hindúes y de los más recientes hebreo y griego.

Los hermanos conocían las sagas más antiguas, como las de Gongú y de Egils, historias atlantes que se ha confundido y tergiversado con el pasar del tiempo. Muchos las han considerado como solo textos poéticos o míticos, pero pocas personas, como los Grimm, Tolkien o Perrault, genuinamente se han puesto en la labor de mirar su misterio y entender de ellas el origen de las civilizaciones más antiguas.

Una de estas enigmáticas civilizaciones es la sumeria, que existió en lo que hoy es Irán e Irak, cerca de los ríos Tigris y Éufrates, y que, al día de hoy, sigue generando inquietudes. No se sabe en qué momento apareció realmente, unos dicen que hace seis mil años, pero sigue siendo incierto. Lo curioso es que hay registros de sumerios y acadios mucho tiempo antes, a veces como rivales, otras, como hermanos. Otro gran misterio de estas culturas es que hace cuatro mil años se esfumaron, sin razón aparente, pero muchos historiadores han dicho que se debió a una guerra enorme con armas de destrucción masiva, como las que se encuentran hoy.

A pesar de no dejar rastro en la Tierra, sí quedaron consignadas grandes calamidades en las escrituras cuneiformes de Sumer, donde se habla de grandes tormentas en el cielo, de vientos malignos y calores volcánicos, muertes de pueblos enteros y destrucción de las casas; de contaminación de aguas, tanto, que hasta los “seres grandes” se elevaron al cielo, pues a ellos también les resultaba imposible contener la tragedia.

Son famosas las tablillas en cuneiforme de los “Lamentos”; las tablillas de Uruk, la de Eridú y Nippur dicen lo mismo y hablan de la Gran Señora de las Ciudades, de Ninki, la Gran rectora, que se elevó en los aires, angustiada, y abandonó sus ciudades a bordo de su disco solar, tan puro, que no podía tocar la Tierra. Estas mismas tablillas hablan de las grandes explosiones, de los discos solares que recogieron, evacuaron y guiaron a pueblos enteros a otras llanuras, a Oriente, hacia la tierra de “los hijos de los azules”, que probablemente se refiera a los hindúes.

Algunas tablillas hablan de lluvias radioactivas, de guerras de gigantes y de ángeles, de gente venida del espacio. Lo cierto es que los zigurats y las ciudades aparecen devastadas, pero hay en el templo de Marduk otras crónicas de seres mágicos y sabios “que no morían”, los llamados “sabios de la Corte de Enlil”, que nunca bajaban del cielo. Se nombra también a los hijos de Enlil, los Ebla, que eran el puente entre la Tierra y el cielo, eran luces mejoradas que podían recibir a las almas caminantes de Inanna o de la Madre Cósmica, de la forma de las estrellas.

Eso es Sumeria, el origen de mucho de lo que hoy existe, la civilización madre de los hebreos, posiblemente, los padres de la Cábala, los padres de los griegos y de las culturas latinas. Hoy, sigue siendo un gran enigma de nuestra historia.



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